García Márquez y Vargas
Llosa: por qué rompieron su férrea amistad
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La mujer de Vargas Llosa,
Patricia Llosa, estuvo en medio de la polémica
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El incidente fue muy comentado
en los medios de comunicación
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Los dos escritores compartían
agente literaria, Carmen Balcells
Fuente: El mundo
Ha
sido el propio Mario Vargas Llosa el que nos ha animado a escribir esta
crónica. Cansado de que le preguntasen por qué le dio un puñetazo a su -hasta
entonces- amigo del alma, Gabriel García Márquez, el escritor peruano
zanjó un día la cuestión: "No voy a decir nada. Tendrán que ser
los demás los que averigüen lo que pasó". Y lo que sucedió tan sólo lo
sabe su mujer, Patricia Llosa, que es la que estuvo en medio y provocó, a su
pesar, una enemistad de 38 años y ya sin solución entre los dos premios Nobel.
El
incidente es muy conocido porque lo han contado y repetido los medios en todo
el mundo. El 12 de febrero de 1976, Mario
Vargas Llosa llegó a Ciudad de México, donde se iba a estrenar la película La odisea
de los Andes, cuyo guión había escrito. En el vestíbulo del Teatro Bellas Artes
estaba García Márquez, Gabo, quien, al verle, sonrió y fue hacia él con los
brazos abiertos, al tiempo que le saludaba cariñosamente:
"¡Hermanito!"...
En
vez de responderle, Mario, que había sido boxeador amateur en su juventud, le
sacudió un gancho de derechas en mitad de la cara que derribó a Gabo y dio con
su cabeza en el suelo. Aún estaba inconsciente, o quizás aturdido,
cuando Mario se explicó brevemente: "¡esto por lo que le dijiste a
Patricia!". Así lo afirmaron testigos presenciales de la escena,
aunque no se ponen de acuerdo si la palabra exacta fue "dijiste" o
"hiciste".
Pero ¿qué
es lo que realmente pasó? ¿Qué le pudo decir o hacer Gabo a Patricia
para provocar una reacción tan primitiva, y aniquilar una de las amistades más
hermosas y fraternales de la literatura?
EN BARCELONA
Para
comprender mejor la dimensión del incidente, que no se puede considerar una
simple anécdota, es conveniente que nos remontemos al comienzo de la
historia. Los dos premios Nobel latinoamericanos se conocieron en
Venezuela, en 1967, cuando Vargas Llosa fue a recoger el Premio Rómulo
Gallegos por La casa verde, pero fraguaron su amistad en Barcelona. A esta
ciudad se trasladó Gabo con Mercedes, su mujer, en 1967. Dos años después
llegaron Mario y Patricia, que se instalaron en el barrio de Sarriá, casi al
lado de donde vivía el autor de 'El otoño del patriarca', novela que escribió
en esa ciudad. A partir de entonces, la amistad entre las dos parejas
se fortaleció, iban juntos a todas partes y compartían los amigos que
les visitaban. Estaban tan unidos que a sus viviendas las llamaban las casas
comunicantes.
Los
dos escritores tenían como agente literaria a Carmen Balcells,y
ambos se relacionaban con los autores latinoamericanos residentes en Barcelona
y los editores y escritores de la llamada Gauche Divine. Era una época de
fiestas, amistad, alcohol y también de literatura.
"¡Esto por lo que le
dijiste a Patricia!", le espetó Vargas Llosa a García Márquez como única
explicación
Entre
Gabo y Mario existía también una mutua admiración literaria. De
hecho, Vargas Llosa dedicó casi dos años a analizar la obra de García Márquez.
A finales de 1971 publicó 'Historia de un deicidio', un volumen de más de 500
páginas que sigue siendo el estudio más lúcido sobre el autor colombiano. En el
verano de 1974, la familia de Vargas Llosa consideró que su estancia en España
había acabado, y Carmen Balcells les organizó una fiesta de
despedida, que sería la última ceremonia social del llamado Boom
hispanoamericano. En ella estuvieron los chilenos José Donoso y Jorge Edwards,
además de Carlos Barral, Castellet, Vázquez Montalbán, Luis y Juan Goytisolo y
Juan Marsé.
El
viaje a Lima lo hicieron por mar, y fue en la travesía en ese barco donde
ocurrió el suceso que ha disparado los rumores y que tendrá, indirectamente,
relación con el célebre puñetazo. El escritor Dasso Saldívar, autor de la
biografía García Márquez, el viaje a la semilla, y amigo del autor
colombiano, recordó el pasado jueves la anécdota en la Embajada
colombiana, tras la lectura pública de 'El coronel no tiene quien le
escriba'.
Según
Dasso Saldívar, Mario conoció en el trasatlántico a una mujer de la que se
enamoró perdidamente y se fue a vivir con ella. Tan fuerte fue la
pasión que Mario se olvidó hasta de la literatura, algo impensable en
un hombre que es todo literatura. La esposa de Mario habló con la familia de
Gabo, cuyo consejo fue que no descartase la separación legal si llegaba el
caso. Esto fue lo que encendió a Mario cuando un tiempo después volvió con su
mujer. Al parecer, y según le contaron a Saldívar, la amante del barco y Mario
descubrieron que eran medio hermanos y ahí se acabo todo.
Este
detalle, que luego resultó no ser cierto, ha provocado los chismes del
mundo literario y algunos han ironizado con que el gen del incesto lo
lleva Mario en la sangre. Carlos Barral fue más irónico. Al enterarse de que
Mario se había fugado con un nuevo amor, preguntó: "¿Son familia?".
Al contestarle que no, el inteligente editor, musitó: "¡ah, entonces no
durarán mucho!".
Hay
que recordar que Mario Vargas Llosa se casó muy joven con su tía (política),
Julia, diez años mayor que él, una historia que el novelista recrea en
'La tía Julia y el escribidor', y después, mientras vivían en París,
se enamoró de su prima hermana Patricia Llosa, con la que se casaría en
Londres.
El
escritor Plinio Apuleyo, uno de los grandes amigos de García Márquez desde sus
tiempos universitarios, ha contado que el origen de todo se deba posiblemente a
una insinuación que le hizo Gabo a Patricia una mañana que le llevaba
al aeropuerto y se confundieron de ruta, pero no da más detalles.
«PROBLEMA DE MARIO»
El
incidente fue cierto y fuentes peruanas muy cercanas a Vargas Llosa nos han
recreado el suceso. Fue a principios de 1976. Mientras Mario estaba en un
congreso en Bogotá, su mujer se acercó a Barcelona, donde se plantearon comprar
un piso, y se alojó en el hotel Sarriá. Carmen Balcells le organizó una cena en
ese mismo hotel e invitó también a Jorge Edwards y a Gabo. Después de
la cena, los cuatro se fueron a tomar una copa al Celeste, un lugar de
baile, tipo Bocaccio, frecuentado por el mundo literario. Al día siguiente
Patricia tenía que tomar el avión para Madrid, de vuelta a Lima, y como Carmen
no podía acercarla, se ofreció gentilmente García Márquez a llevarla en su
coche.
En una de sus últimas
entrevistas le preguntaron a 'Gabo' si había perdido a algún amigo: «sí, a uno»
En
el trayecto, el escritor se confundió de carretera y Patricia temió
perder el avión. Entonces Gabo, quizás como un chiste, quizás como una
broma colombiana o quizás como un deseo inmediato, le comentó algo así como que
si perdía el avión no pasaba nada y ya se montarían ellos una fiesta. Nadie
sabe las palabras exactas, ni el tono, pero no fue muy diferente, y esto lo ha
insinuado hasta el inglés Gerald Martín, el muy serio hispanista y gran
biógrafo de Márquez.
No
pasó nada más. Patricia perdió el avión y se volvió al hotel. Al llegar
a Lima se lo debió contar a su marido, lo que provocó, semanas más tarde, la
airada reacción de Mario, la enemistad perpetua y la prohibición de
reeditar su libro sobre García Márquez.
Años
después, el propio Gabo confesó, en un congreso, que no tenía enemigos
personales. Cuando le insinuaron su ruptura con Vargas Llosa, comentó: "ah,
eso es un problema de Mario y de los chismes que le contó Patricia, que le
llenó de cuentos la cabeza". Sin embargo, en una de las últimas
entrevistas en televisión, al preguntarle si había perdido a algún amigo,
contestó: "sí, a uno".
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