Invernadero, innovación para mejorar
producción de tomates
El invernadero se convirtió en el
aliado más eficiente de productores de tomates quienes a partir de esta
innovación de estar produciendo 2,5 kilogramos de tomates por plantas pasaron a
triplicar sus productos que, a su vez, deja una ganancia de alrededor de 10
millones al año.
Ramón Acosta (Archivo STP) |
“Con
el sistema tradicional, las plantaciones apenas soportaban uno a dos meses. Sin
embargo, con el invernadero y cuidado adecuado duran hasta cinco a seis meses
lo que implica multiplicar el cultivo y cuadruplicar la ganancia”, según Acosta.
Las
altas temperaturas y el ataque de bacterias no favorecen la buena producción
bajo cielo abierto.
Considerando
el registro de la Dirección General de Planificación del Ministerio de
Agricultura y Ganadería, Paraguay cuenta con una superficie de 1324 hectáreas
para la producción de tomates. Sin embargo, lo producido hasta el año 2014 es
de 2,5 kilogramos por planta. Cantidad ínfima para el número de consumidores
del mercado local.
Entre
los departamentos que más genera producción de tomates figuran Caaguazú con 638
hectáreas, Central con 260, Paraguarí con 86, Cordillera con 72. San Pedro
produce 65 hectáreas y Concepción 54.
Según
el MAG, ante la escasez de tomates, el abastecimiento del mercado regional y
local ha caído con el tiempo. Solamente el 45% del mercado interno es
satisfecho, lo restante se importa de la Argentina. Tiempos atrás ocurría lo
contrario, Paraguay exportaba alrededor de 15 mil toneladas a dicho país, en el
año 2009, al Brasil exportaba alrededor de 5 mil toneladas.
Ante
esta realidad, Agricultura y Ganadería se embarcó, del 2014 al 2017, en un
interesante proyecto que consiste en fomentar y aumentar la producción de
tomates capacitando técnicamente a los productores, proveyendo semillas y la
infraestructura para el invernadero.
El
invernadero mide 325 metros cuadrado. Es decir, 50 metros de largo y 6,5 metros
de ancho. Cuenta con un sistema de riego por goteo que se instala en el
interior de los invernaderos. Considerando esta dimensión se puede producir 650
plantas lo que técnicamente rinde por cada planta es de 8 kilogramos y en el
año se considera dos ciclos de cultivos que genera una producción de 10.400
kilogramos de tomates.
La
necesidad básica y aproximada para instalar invernadero y plantar tomates es de
50 kilogramos de cal agrícola, abono orgánico y fertilizante de base y
cobertura, un sobre de semillas, 25 kg de sustratos, 8 bandejas de germinación.
Además, se necesita productos fitosanitarios, 1.000 unidades de tutores, un
rollo de alambre, 10 rollos de cintas de tutorajes, una regadera, una mochila
de pulverización con sus respectivos equipos, azadas y sistemas de riego.
Según
las especificaciones técnicas de la FAO, se puede construir el invernadero en
cualquier sitio siempre y cuando se consideren las siguientes características:
Debe recibir por lo menos cinco horas de luz solar, que exista disponibilidad
de agua en forma permanente y de buena calidad, se suele utilizar recipientes
donde se canalizan aguas de lluvia para el riego minimizando los gastos; que se
encuentre protegido de vientos y el ingreso de animales, que no sea una zona
susceptible de inundaciones, que el suelo no esté contaminado, se debe evitar
la instalación cerca de letrinas y pozos sépticos y que el terreno sea plano.
Rentabilidad.
Aplicando esta tecnología y considerando un plazo de dos ciclos de 6 meses cada
uno, se puede producir en total 10.400 kilogramos de tomates, que al venderlo
por 3.000 guaraníes el kilo, genera una ganancia de 31.200.000 guaraníes al año.
Descontando los gastos de inversión, siempre considerando los criterios
técnicos del MAG, se obtendría una ganancia neta de 10.497.000 guaraníes el
primer año, posteriormente aumenta la ganancia. Pues, solamente se invierte en
la plantación y ya no en el invernadero que permanece.
Esta
actividad es compatible con otros rubros porque no ocupa mucho tiempo y
espacio, fomenta los objetivos de la Agricultura familiar y consolida una
economía familiar sustentable en el
tiempo.
Beneficios para la comunidad. Con
la propuesta de conformación del Consejo de Desarrollo Municipal, promovido por
la Secretaría Técnica de Planificación y acompañado por organizaciones de
mujeres, productores, dirigentes políticos y campesinos se logra la ubicación
de lo producido en las escuelas, mercados locales y hoteles a través de una gestión
política estratégica.
Leonida
Rivas pobladora de Buena Vista, Caazapá (Entrevistada por la STP), explica que
se aprende con la implementación del invernadero a cultivar en tiempo y forma y
además en cuidar lo que uno consume. Las mujeres aprenden a valorar lo que
produce al conocer los nutrientes del tomate, lo mismo ocurre con los niños en
las escuelas.
El
mayor esfuerzo se imprime en el primer año del proyecto donde se necesita la
infraestructura para organizar el invernadero y preparar el terreno
adecuadamente para el cultivo, lo que implica talleres de capacitación técnicas
para las familias. Según el proyecto implementado en otros países, como el caso
de Costa Rica, la fuerza de trabajo hasta un mínimo de 60%, la aporta básicamente
la familia. Involucra a todo el núcleo familiar (Jóvenes, hombres y mujeres,
adultos, adultos mayores y personas con discapacidad), y puede trascender de
generación en generación de forma sostenible.
Si
bien es cierto, que la producción del tomate bajo invernadero es una parte o
componente de la agricultura familiar, complementándolo con otros cultivos
familiares favorece el arraigo de la familia; crea redes de protección social;
permite preservar y potenciar aspectos culturales, habilidades, destrezas y
tradiciones lo que, a su vez, garantiza que los campesinos no abandonen sus
tierras en busca de trabajo en la ciudad.
Para
tener un panorama más claro y completo hemos recurrido a la base de datos del
Secretariado Técnico del Foragro que realizó una consulta electrónica en el año
2012, desde Lima Perú, para desarrollar propuesta de solución con miras al 2030
y en una síntesis de contribución de participantes establece una serie de
pautas con el título “Tecnología e
innovación en la Agricultura Familiar de América Latina y Caribe”.
En
dicho documento se establece la realidad del campo y sus habitantes. La
respuesta en términos de solución no es igual para todos. Pues, la realidad
varía con relación a la disponibilidad de recursos. Este proceso requiere que
la respuesta de los pequeños agricultores ante los cambios sea más dinámica.
Los
participantes indicaron que es importante realizar estudios prospectivos que
considere los desafíos y las oportunidades con respecto al aumento de la
población mundial, los procesos de urbanización que se están extendiendo en
todas las latitudes, los efectos del cambio climático y los nuevos hábitos
alimenticios.
“La
mayoría de los aportes de los consultados se enfocaron en variables o elementos
económicos del sistema productivo de la Agricultura Familiar, en comparación
con los demás elementos considerados por los participantes. Estas variables
incluyeron el ingreso familiar, volatilidad de precios de los productos, acceso
a mercados, productividad agrícola, nuevas tendencias de la demanda por
alimentos, generación de empleo, entre otros.
Dentro
de las variables ambientales y aquellas relacionadas con el manejo de los
recursos naturales, el uso de energías limpias, el nivel de dependencia
energética, el uso y conservación de los recursos naturales tales como tierra,
recursos hídricos y biodiversidad y la información sobre la variabilidad
climática”, según el documento.
Los
recursos productivos de las unidades familiares, sus relaciones económicas con
otros actores y la integración con el proceso agrícola pueden volverse más eficientes
y eficaces por medio de la utilización de mejores tecnologías y la innovación.
El uso apropiado de las Tecnología de Información y Comunicación, tecnologías
con alto grado de sofisticación como la biotecnología o la nanotecnología, así
como algunas técnicas tradicionales, tienen el potencial para impactar
positivamente en las variables económicas y ambientales que rodean a la Agricultura
Familiar. Asimismo, los sistemas de información y conocimiento agrícola son
relevantes para entender y satisfacer las necesidades de la misma.
El caso de San Patricio, Misiones.
El invernadero que se encuentra en pleno casco urbano de la
ciudad de San Patricio Misiones, unos 250 kilómetros de Asunción, es un modelo que impresiona a propios y extraños por la cobertura de venta de sus productos, que se ubica en los principales comercios de San Patricio, Santiago y se expande hasta Ayolas.
ciudad de San Patricio Misiones, unos 250 kilómetros de Asunción, es un modelo que impresiona a propios y extraños por la cobertura de venta de sus productos, que se ubica en los principales comercios de San Patricio, Santiago y se expande hasta Ayolas.
Don
Crispín Ríos y doña Fidelina Céspedes accedieron a una entrevista para
contarnos que invirtieron aproximadamente 50 millones de guaraníes con la
asesoría de una hija que estudia agronomía y hoy el invernadero sostiene a la
familia con un ingreso de 4 millones de guaraníes por mes.
Produce
7 kilos de tomates por planta además de locote, lechuga, repollo, acelga,
cebollita de verdeo, remolacha y zanahoria en su invernadero de 45 metros de
fondo y 20 metros de ancho.
La
familia Rios no recibió ninguna ayuda en términos económicos, recursos para la
producción ni capacitación de la Municipalidad local, tampoco recibió propuesta
alguna por parte de la misma para surtir con sus productos a las escuelas
locales que deben proveer la merienda escolar.
Según
la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, en el distrito
de Yhú, departamento de Caaguazú, los productores destacaron que la
Municipalidad local es la primera de Paraguay que implementó la modalidad de
compras públicas vía decreto (n° 1050/14) para proveer a la alimentación escolar
con la compra de productos provenientes de los agricultores familiares.
Con
la implementación del invernadero puede mejorar dos cosas en el campo. Por un
lado, la economía sustentable de la familia y por otro, el sistema alimenticio
de la población local. Sin embargo, la columna vertebral que debe fungir de
soporte son los organismos estatales, gubernamentales y municipales que deben
brindar el apoyo inicial generando una circulación estratégica local donde el
productor trabaja para colocar sus productos en los mercados municipales
locales, ferias, comercios aledaños y hoteles regionales.
Además,
la Municipalidad debe garantizar la alimentación escolar utilizando los tomates
producidos por el horticultor local para beneficiar con nutrientes validos a
los alumnos y con dinero al proveedor cerrando así el circuito que se necesita
para el desarrollo de la población.
acasco81@gmail.com
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