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Este avión fue construido en el año 1984 - me dice el piloto - cuando entablamos conversación en el lobby (sala de espera) del hotel donde nos hospedamos.

Lamentablemente, no tuvimos mucho tiempo para conversar porque ambos teníamos ganas de preguntar y responder. La segunda y última pregunta que le hice fue ¿Tuviste algún percance estando en el aire?

Esa pregunta surgió de alguna forma por la curiosidad y el temor controlado que tenía. Sí, me dijo, orgulloso de la hazaña.

Estando en el aire había parado uno de los motores y los pilotos tuvieron tiempo suficiente para planificar y realizar un despegue exitoso.

La experiencia más tormentosa fue cuando despegamos de Encarnación rumbo a Ciudad del Este. El viaje duraría media hora, aproximadamente.

Cada tanto, sentía un "sacudon" fuerte y, en ocasiones, el avión bajaba de golpe y volvía a subir. volábamos en contra del viento y las nubes estaban bajas.

A nuestra vuelta de Ciudad del Este a Asunción volamos por debajo de las nubes y desviamos una tormenta que, según uno de los pilotos, captaba el radar del escueto avión.

En contrapartida - explica - es riesgoso cuando no estamos por encima de las nubes porque, eventualmente, si surge alguna emergencia los pilotos no tendrán tiempo suficiente para planificar el aterrizaje.

Agarrado, fuertemente al avión, veía por la ventana el puente remanso, augurio de una pronta llegada. 

Todas las experiencias deben ser vividas al máximo. El cielo no es el límite, hay que ir más allá y conocerse y conocer las infinidades de la naturaleza.

El cielo no es el límite



Este avión fue construido en el año 1984 - me dice el piloto - cuando entablamos conversación en el lobby (sala de espera) del hotel donde nos hospedamos.

Lamentablemente, no tuvimos mucho tiempo para conversar porque ambos teníamos ganas de preguntar y responder. La segunda y última pregunta que le hice fue ¿Tuviste algún percance estando en el aire?

Esa pregunta surgió de alguna forma por la curiosidad y el temor controlado que tenía. Sí, me dijo, orgulloso de la hazaña.

Estando en el aire había parado uno de los motores y los pilotos tuvieron tiempo suficiente para planificar y realizar un despegue exitoso.

La experiencia más tormentosa fue cuando despegamos de Encarnación rumbo a Ciudad del Este. El viaje duraría media hora, aproximadamente.

Cada tanto, sentía un "sacudon" fuerte y, en ocasiones, el avión bajaba de golpe y volvía a subir. volábamos en contra del viento y las nubes estaban bajas.

A nuestra vuelta de Ciudad del Este a Asunción volamos por debajo de las nubes y desviamos una tormenta que, según uno de los pilotos, captaba el radar del escueto avión.

En contrapartida - explica - es riesgoso cuando no estamos por encima de las nubes porque, eventualmente, si surge alguna emergencia los pilotos no tendrán tiempo suficiente para planificar el aterrizaje.

Agarrado, fuertemente al avión, veía por la ventana el puente remanso, augurio de una pronta llegada. 

Todas las experiencias deben ser vividas al máximo. El cielo no es el límite, hay que ir más allá y conocerse y conocer las infinidades de la naturaleza.

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